jueves, 17 de mayo de 2012

Una copia de Velázquez en los Andes Venezolanos

La imposición de la casulla a San Ildefonso de Velázquez es una obra decisiva por ser la última que pintó el artista en su ciudad natal antes de marchar a la corte, es decir entre 1622 y 1623 y como indica Javier Portús uno de sus más extraños lienzos por el distinto énfasis narrativo que pone en práctica. Pintado para el compás del desaparecido convento de San Antonio de Sevilla donde la citó el conde del Águila a finales del siglo XVIII, encontrándose ya muy maltratada por las inclemencias del tiempo, de donde pasó posteriormente en el siglo XIX, al Palacio Arzobispal de Sevilla y gracias a la generosidad del Arzobispo Bueno Monreal fue regalada al Excmo. Ayuntamiento de Sevilla. Actualmente se encuentra depositada en el Centro Velázquez de la Fundación Focus-Abengoa dentro del discurso creado para entender la juventud y formación del pintor sevillano.
Hoy puedo presentar a todos los lectores de este blog, gracias a la gentileza de mi amigo el investigador venezolado Carlos Federico Duarte, esta imagen que documenta por vez primera una copia antigua de esta obra conservada en la Iglesia de San Miguel de Bococó, Estado de Trujillo, en los Andes Venezolanos. El lienzo mide 165 x 115 cm y es, sin duda, un documento de gran trascendencia para la pintura de Velázquez por demostrar el impacto de la imagen y su copia, probablemente en la segunda mitad del siglo XVII, y además por presentar las figuras del rompimiento de gloria completas. Esta circunstancia plasma por vez primera cómo era la composición original que tanto sufrió y que presenta lagunas en la figura femenina central, completamente rehecha en el original tras la importante restauración a la que fue sometida en el Museo del Prado. Puede apreciarse ahora incluso mucho mejor el tocado de la que porta la palma aún más cercano si cabe a nuestra Santa Rufina, más elementos para confirmar la importancia de nuestra santa.
Resulta pues de gran trascendencia documentar una copia enviada sin duda al Nuevo Mundo desde Sevilla, que demuestra la importancia y el aprecio de la pintura que se hace además a un tamaño similar al original (166 x 120 cm) y que aunque torpe y un tanto naíf explica que el genio de Velázquez llega también a los Andes Venezolanos y que nos trae luz al trabajo que hemos iniciado a la hora de documentar e inventariar el Patrimonio Capitular.